Sorprendente, si, sorprendente
fue escuchar ayer en la SER, en el
programa de la tarde. El trabajo radiofónico de “investigación” consistía en
buscar el nivel de conocimiento que tenían los votantes sobre
los nombres de los portavoces de los grupos parlamentarios representados
en el Congreso de los Diputados.
El planteamiento del director del
programa y del equipo redactor era hacer una aproximación sociológica para,
-una vez conocidos los datos numéricos acerca de cuantas personas sabían los
nombres de los trece portavoces parlamentarios-, establecer el nivel de
compromiso, adecuación ideológica y concienciación política existente entre los
votantes y de la propia clase política.
Aunque no lo digan, tratan de
medir la “calidad democrática” del régimen. Si muchas personas conocen la
adscripción ideológica de tal o cual portavoz, y además conocen su nombre y
apellidos es porque están al tanto de las elecciones y del asunto político. Si
muchos votantes conocen los nombres y apellidos de los portavoces
parlamentarios es porque saben lo que hacen y saben lo que votan, y son libres,
y eligen al portavoz que quieren.
No se cuantos ciudadanos cayeron
en la cuenta de lo ridículo del planteamiento, ¿qué más da conocer el nombre
del portavoz de tal o cual partido si no conozco el nombre de mi
representante?. ¿Porqué he de conocer el nombre y los apellidos del portavoz de
este o aquel partido si tan siquiera
tengo la oportunidad de poder elegir a un representante del distrito
electoral en el que vivo?.
A ningún periodista se le ha
ocurrido preguntar a los habitantes de tal o cual provincia, -actual distrito
electoral-, los nombres de los diputados de lista de partido que hoy por hoy se
integran el parlamento, y que fueron electos gracias a la designación de sus
jefes de filas. Para los periodistas no es importantes ni relevante el hecho
significativo de que no hay representación de los ciudadanos. Ellos solo entran
en el juego que les marca el paso impuesto por las oligarquías y nombradías
obedientes a la voz de su amo.
Quieren que los españoles
recuerden el nombre de los portavoces parlamentarios, y consideran que esta
circunstancia es un signo de “calidad democrática” del régimen partitocrático,
pero no prestan atención al echo de que los ciudadanos no conozcan el nombre
del supuesto diputado de distrito que supuestamente le ha de representar en el
Congreso de los Diputados; y es que no pueden conocerlo por que no existe, y no
existe porque la Ley Electoral y la Constitución española no lo permite. No hay
representación en España, hay un solo poder porque quien manda en el Gobierno,
manda también en el Parlamento y en el Poder Judicial, no hay separación de
poderes en origen, los españoles no podemos elegir al presidente del ejecutivo
en una circunscripción única y a doble vuelta, como por ejemplo ocurre en
Francia, pero los periodistas pretenden que conozcamos el nombre de los
portavoces de los partidos estatales, y lo que es peor, quieren presentarnos ese detalle como un
signo calidad y pureza democrática.
Flaco servicio el de este
periodismo español organizado entorno a grupos de poder, a la propia clase
política constituida en oligarquía, y la oligarquía financiera y económica. No
buscan la verdad y no defienden la Democracia ni la Libertad Política.
Vicente Carreño Carlos
Totana, 7 de Julio de 2.013
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